Cuando con premura se forma un nudo en tu garganta y la ansiedad con sus zarpas te acaricia las entrañas, suelen extraerse de la psique retazos de recuerdos; melancólicas imágenes que son 10 único que ha sobrevivido a un pasado incierto. Son estos imprecisos souvenirs, añejas migajas del ayer, en los que se cristalizan memorias, se atan tormentos y se erigen asfixiantes especulaciones.

Es justo cuando el pensamiento ahorca, justo cuando la vigilia profana los sueños y justo cuando la angustia consume la carne, donde se evocan reminiscencias como respuesta al olvido y a la miseria. De modo tal, que el resurgir de un ínfimo detalle oculto entre las redes de la cognición, posibilita anteponerse a la amnesia, abrazar el dolor y resignificar el duelo. Esta resistencia no solo se da en el ámbito del pensamiento, en ocasiones, esta firmeza puede trasladarse a la materia, tal y como lo hace la artista mexicana Sandra Sarmiento; quien a través de volumétricas composiciones presenta un ciclo que transita de la intranquilidad al colapso mental, pasando por la resiliencia y apoyandose en la constricción de las formas para comunicar un discurso cimentado en la experiencia propia.

Javier Soria

Curador